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martes, 28 de septiembre de 2010

LOS AMANTES DE DUBLIN o "BLANCASTETAS Y SUS DOS ENANITOS"




IMPORTANTE: NINGUNA DE LAS ESCENAS SEXUALES ES REAL. TODO ES FICCIÓN E IMAGINACIÓN. Armando H. Prieto Sust: El Autor.





...Creo que está amaneciendo y yo sigo aquí, solo, tendido sobre la arena...

Desde entonces, no nos hemos vuelto a ver, pero he coincidido con algunas otras... ¿O acaso las mismas...?. No lo sé. Es que las chicas, a veces, se parecen tanto entre ellas, aún no siendo “ellas”. O son tan distintas, aún siendo la misma...


...Y también es que, “LOS SUEÑOS...”


LOS AMANTES DE DUBLIN
(O “BLANCASTETAS Y SUS DOS ENANITOS”…)

He despertado con una erección que tendré que disimular o que "ahorcar" entre la presión de mi calzoncillo y las costuras de la bragueta de mi pantalón, porque la chica noruega que cubre esta noche el turno de recepción, me llama para avisarme que los vigilantes del centro comercial han traido a un chico con un corte en una mano, y que sangra mucho. 

Me he lanzado de mi camilla-lecho todo lo rápido que me ha permitido el "handy cap" de la barra aún recta haciéndome un efecto de férula con el muslo, y ya estoy examinando al paciente que yace sobre la camilla del cuarto de cura contiguo. Los guardianes, ayudados por Chris, --mi secretaria noruega--, le han puesto unas gasas en la mano para detener el sangramiento que parece que ha sido abundante.

El chico es muy joven, delgado _aunque fuerte_ y rubito. Semisentado en la camilla, magullado y con aspecto indefenso, tal y como me lo acaban de "presentar", hay en su rostro una señal _mitad desvalida, mitad desafiante_ que a mi se me antoja la de un jabalí acorralado y malherido. Lleva un vaquero negro, con un cinturón muy grueso y enchapado, pero le falta la camisa, que la sostiene su novia entre sus manos, tímidamente.

Ella es también muy joven, más aún que su amado, y está muy asustada. Tanto, que no sabe qué hacer con la camisa de su chico, ni donde va a ponerse, ni qué hacer con las lágrimas que le inundan sus bellos ojos grises, resbalando sin remedio por sus mejillas sonrosadas y pulidas. Tán pulidas, que su llanto llega de inmediato hasta sus pechos.

Sus pechos, por no hacer ni ser menos, le van pasando el fluido de su drama al escote del vestido, sin pausa casi y casi sin mojar las impermeables cumbres.

Ella lleva un vestido negro que realza el asombroso parecido con el tierno personaje de los Hermanos Grim, "Blancanieves", pero con sólo “Dos“Enanitos” asomados tiernamente por sobre el pliegue del escote: Es un escote raro, con un singular modelo tan holgado y atrevido (pero a la vez, inocente), que los pechos van "por fuera" sin hacerse provocativos o indecentes, como en un descuido tierno.

_ ¡El vaso se ha roto en su mano inesperadamente y, de pronto, estaba sangrando mucho...!. ¡Tiene una herida muy grande, doctor...!, ¡y sangra mucho...!. ¡ Oh, "my god"...!, ¿cómo pudo pasar esto...?. --me recita, entre sollozos que hacen brillar y saltar sus blancuras, alejándolas del negro del escote.

_ Sshh...!, Sher up...!. Calm down, Lisa...!: It's nothing... Don't you see thi's nothing...?. I've had to much wunds like this one, iven bigers...

( “Sshh... ¡Cállate...!. ¡Cálmate, Lisa...!: No es nada...¿ No ves que no es nada...?. He tenido muchas heridas como esta, incluso mayores...”) – le va diciendo a su inconsolable amada, al tiempo que me mira, con mi bata arrugada, y mi cara de recién feliz durmiente, como quien piensa:
"y ahora, ¿quién es éste...?"

_ Are you the doctor?_. (“¿Usted es el médico?”), me espeta desconfiado y sin pudor, casi con sorna...
_ Sí, lo soy. _le respondo en inglés y sin avergonzarme... _ Perdone mi facha: ¡muchas horas de trabajo..!

_ Dóctor: Can you see this one, and this one..., and this others...?,

( “Doctor: ¿ve usted ésta..., y ésta..., y éstas otras...?”) --me dice ahora, un tanto más convencido de que no soy un impostor, más no del todo, a la vez que muestra sus antebrazos, sus hombros, su costado derecho, y hasta se flexiona para subir los bajos del pantalón y exponer los tobillos y las piernas. En todos los sitios que va señalando, hay cicatrices.

_ Soy un jugador de rugby y estoy acostumbrado a tener heridas. Algunas me las he cosido yo mismo. Otras, nada. No me suture, doctor. No quiero puntos. --me va diciendo el chico, en su "Irish" inglés.

_ Sólo un momento. Ya veremos. --le digo, enérgico, y mi actitud parece calmarlo, porque se relaja...

_ Lo que diga el doctor, Jimmy, --le dice Blancanieves a su prometido, aún llorosa y resignada, pero resuelta a mostrar disciplina, y sus "enanitos" la apoyan incondicionalmente.

_ A ver, esa niña asustadiza. Ya verás que no va a ser nada. Ten: siéntate aquí. --le voy diciendo y le consuelo, mientras le acerco una silla y la coloco cerca de su príncipe, que se me antoja demasiado parecido aún al jabalí. Le hago una caricia solidaria a Blanca en sus cabellos, le tomo las manos para librarlas de la camisa, --que cuelgo en el biombo--, y la tomo suavemente por los brazos, para asistirla en su viaje hasta la silla, donde aterriza levemente, apoyándose en mis hombros.

No me corto en mis atenciones con Blanquita, aún sintiéndome observado por los liliputienses. Son tan blanquillos, tan suaves y tan tiernos, que sus miradas rosaditas, lejos de hacerse indiscretas, son acogedoras y desvalidas. Se diría que, en un principio, desconfiados y vacilantes, al final de la maniobra de descenso se regocijan vitoreándome.

_ Oh, gracias, doctor. Muy amable de su parte, --me dicen los destellos grises de los ojos de "Blanquilisa", la sonrisa anegada en llanto de sus labios, y sus entrañables enanitos que, felices y agradecidos, me hacen un guiño rosa y erizado. Por cierto…,¿había algún enano-cíclope entre los amigos de Blancanieves...?: Los de ésta tienen sólo un ojo cada uno pero, ¡qué ojos...!.

Todavía me los muestran un poco más, mientras tomo el bolso de Blanquita y se lo cuelgo también en el biombo. Ella los deja que saluden todo lo que quieran, como seguramente los ha educado:

"Venga, saluden niños. Denle las gracias al doctor. ¿Cómo se dice, eh...?".

Cuando me he vuelvo hacia ella, _después de colocar el bolso_, ya se ha inclinado para tomar a su chico de la mano izquierda, (la que está sana), y sus "niños" ahora se acurrucan sin dejar de mirarme.

_ Ella te ama. _le comento a Jimmy_ Eres muy afortunado, porque es bella, --le digo cuando, en realidad, le estoy hablando a Lisa.

Ella le avisa a sus "peques" que se den por aludidos, se asegura de que me estén prestando la atención debida, y recompensa mis lisonjas con una sonrisa un tanto avergonzada, aunque concisa.
El príncipe me agradece la observación y, para reafirmarse, le hace una caricia a su princesita encantada. Ambos se demuestran y me muestran su cariño con entrega, pero los enanitos me siguen prefiriendo... Aprovecho la distracción para enfundarme unos guantes y para destapar la herida, examinarla y limpiar la zona.

Se trata de un corte pequeño, pero más bien profundo, aunque regular y limpio, que cursa en la cara palmar derecha. No llega a planosimportantes, no afecta tendón alguno, ni mucho menos hay lesión del nervio mediano, como puedo comprobar con las maniobras que “su majestad”, disciplinado aunque más “acojonado”, realiza cuando se lo ordeno.

Pongo unas gasas limpias sobre el tajo, para contener el sangramiento que amenaza con volver y me dispongo a caminar hasta el estante a por el material que necesitaré. He dejado a los príncipes en sus arrullos y me despido de momento de los "nanis", que me hacen otros guiños (dos o tres por cada uno), ahora muy juntitos y ladeados.
Ahora voy hasta la vitrina y, durante la breve caminata, compruebo que aquella barra que antes me inmovilizaba cruelmente el muslo derecho (en represalia por la interrupción abrupta de nuestras imágenes oníricas), ahora se deleita relajada, _aunque latente_ en un roce suave y cosquilloso con el mismo muslo, premiándome y premiándose por los favores que les he sabido sacar, para "ambos", a Blancanieves y sus dos enanitos, tan blanquillos, lisos, abultaditos y frescos, con sus "uniojos" rozagantes y rosados.

Descubriendo y disfrutando de este hallazgo, _recreándome en aquél correspondido roce reforzado por las blancuras de Nieves en todas sus aristas_ selecciono todo lo que voy a utilizar y vuelvo a mi sitio entrando por la derecha del aspirante al trono de Liliput.

Voy colocando debajo de su mano afecta el campo estéril, y el material de cura. El "set" de suturas y todo lo demás, lo pongo en la mesilla de curaciones, junto a los antisépticos y al otro material que habitualmente permanece allí para ser utilizado con frecuencia.

Al tiempo que hago todo esto, Blancanieves sigue arrullando a su príncipe, pero no quiere que sus enanos pierdan detalle de cómo lo hace el doctor, (¿será que aspira a que estudien Medicina cuando crezcan, los niños...?).

Es evidente: se ha creado una "empatía" entre ella y yo; una corriente comunicativa en la que ella se ha dado cuenta de que me deleito contemplando la belleza de sus "chiquis", y ella se deleita mostrándolos
(Bueno, que para algo los sacó a que tomasen el fresco, ¿no...?).

Se divierte, además, mofándose un tantito de la inocencia de su novio, tan viril y tan seguro de sí mismo, como del poder que parece ejercer sobre su princesita. Se divierte y se entretiene viendo y ejerciendo con asombro su descubrimiento en las narices de su amado: Un doctor maduro, serio, algo refinado y “confinado”, según lo visto, a agotadores turnos de guardias, encuentra tiempo, medida y ocasión para apreciar y reafirmar el encanto de sus púberes elevaciones recientes, y lo hace sin desentenderse de sus obligaciones, sin quitarle ni un milímetro de atención a sus deberes para con el malherido infante que es, además, su prometido, el mismo de quien cuidamos al tiempo que lo embromamos sólo un tantito y, por lo mismo, el infeliz ni se entera...

Ya casi termino de ordenarlo y alistarlo todo y para ello no ha constituido obstáculo la contemplación recreada de lo que me ofrece, la mar de divertida, "Blanqui" , ni viceversa. Al mismo tiempo, le voy avisando al chico, rebotadas mis palabras en las ubres que saciarán a su futura descendencia:

_ Señor Jimmy, será mejor que suturemos esa herida. Si no lo hacemos, tardará mucho más en cerrar: Se arriesgará usted a que se le infecte. No olvide que está usted de vacaciones y querrá hacer muchas cosas que aumentarán el riesgo de que ello ocurra. De primera, le será muy difícil devolver el cariño y las atenciones que reclama su maravillosa chica: No podrá tocarla usted como ella merece, porque su mano estará sangrando constante e inesperadamente. Le dolerá a usted (y, estoy seguro que también a ella), cada vez que intente acariciarla, tomar sus delicadas manos con las suyas, asistirla y apoyarla en sus movimientos tan gráciles y delicados, o acariciar su cabellera, tan lisa y tan vistosa: Se la llenará usted de sangre y luego, hasta de pus. ¡Uff, un asco...!. Y no sé ni qué le diga, (no quiero alarmarlo), pero puede que, al final, pierda usted su mano, y hasta su novia, porque se arriesga a que haya que cortársela, llegados a ese extremo... Tampoco quisiera ser lascivo, pero: ¿le gustaría a usted, bella damisela, juntar su suerte con un hombre manco, por muy príncipe que sea...?

"Nievecilla" se ha dado cuenta de mi juego, ("nuestro" juego) e, imitando con una de las suyas cómo sería el muñón de una mano mutilada, aprovecha para acercarme más sus pechos y exponerlos, sin que su novio le de importancia a tan banal asunto, si es que lo ha visto. “Banal” es, sin duda, comparándolo con lo que, de su salud, se habla...

_ ¡Por nada de este mundo...! Debe de ser muy desagradable sensación, si me tocase... _se toca y más se muestra_ ¡Uy!, ¡Qué va...!: Lo siento, mi amor, pero no lo pudiera soportar: yo quiero manos que me toquen, me acaricien... --y nos muestra muy bien en dónde.

_ ¡Basta! Suture usted, doctor. Me han convencido... --se dirige a su amada quien, casi ya, hace "top less" algo, por demás, tan normal en estas playas... --¿Tú me cuidarás, "babe"?; ¿Estarás aquí a mi lado, mientras el doctor me sutura...? _ahora se dirige a mí_ ¿Puede quedarse ella conmigo mientras me sutura, doctor...?.

_ ¡Por supuesto! Es lo que todos estamos deseando... _mi afirmación hace tan felices a "Blanqui" y sus "nanillos", que todos saltan agradecidos. Tanto, que los "peques" se encajan por encima del borde holgado del escote, perdiéndolo de vista totalmente.
_ Ven, "darling". Yo te protegeré. _le susurra a su chico, al tiempo que me dedica una sonrisa cómplice cuando está trayendo tiernamente hacia sí la cabeza de su prometido, metiéndola bajo sus senos, para que no pueda ver cuando ni cuánto lo coseré, ni como estoy "cosiendo" con mis ojos las tetas con que su novia lo resguarda y lo protege.

Los pechos de Lisa están ahora ya del todo expuestos, descansando sobre la cara de su novio, que se deja arrullar y proteger por ella, certificando que no piensa salir de debajo de su chica por buen tiempo. Ella los muestra, complaciente y orgullosa de la belleza que sabe que allí ostenta. Esquiva un tanto mi mirada en la suya, intentando un pudor que no es fingido, pero que se advierte vencido cuando tropieza con mi sonrisa agradecida y me la devuelve satisfecha.

Más satisfecha aún cuando, al mimar a su Jimmy, sus "niños" saltan apoyados en éste, y me sonríen a la par que su dueña quien, al pasar su mirada por mí, se ha dado cuenta de que no son sólo mis ojos que disfrutan de su encanto:

Ha alcanzado a ver cómo me reajusto un bultito sutil pero evidente que la llama a ella, en voz baja desde mi pantalón. El “reajuste” me lo he practicado con el envés de mis antebrazos, como me obliga a realizar este acto el hecho de llevar guantes. Lo que Blanqui ha visto le ha divertido mucho, porque sonríe sonrojada y mueve incrédula su cabeza al tiempo que eleva alternativamente las cejas, en una señal que es mezcla de asombro y de aprobación amenas.

Ella, para no hacer menos, se ha mojado con saliva la punta de su dedo índice y ha comenzado a lustrarse los pezones lentamente, pero sin imitar el morbo con que lo hacen las chicas del porno, sino preocupada por que estén limpios, observando y persiguiendo, atentamente, la posible presencia de alguna mínima suciedad en sus frescuras.
C
onteniendo las risas que le provocan sus propias ocurrencias, Blanqui se ha puesto a limpiarse ante mis ojos "su delantera" de los restos del Marvelline brilloso que ahí le queda. En ese empeño, sostiene el pezón con la otra mano: Lo estira, le da la vuelta, lo sacude, se lo vuelve a estirar y ahora lo suelta, para que el rebote les sacuda y los libre de "brillitos". Lo hace tan natural y pausadamente, que yo me he detenido brevemente a asistirla y le voy señalando adónde queda algún destello.

_ ¿No es eso que brilla aquí, uno de ellos?--, le digo, mientras señalo con el dedo y me acerco.

_ ¡Ah, sí!. Gracias, doctor... ¿Alguno otro...?-- y expone los dos a mi inspección, que más la divierte.

_ ¿Qué pasa?, ¿de qué hablan?. --pregunta Jimmy, sin asomar la cabeza.

_ Restos de cristales pequeñitos en tu herida, cariño. --le suelta ella, que casi no puede con sus risas de niña traviesa.

_ ¡No los toque, doctor!. No haga nada hasta que esté anestesiado. Porque me dará anestesia, ¿sí, doctor...?_ muerto de miedo está su alteza, que no piensa salir de su escondite por ahora. Lisa, que lo ha captado y se aprovecha del asunto, sacude sus bellezas contra la cara de su amado que, como tiene la banda suelta del escote de por medio, no se entera, y ella más se divierte y más las muestra.

_ No te preocupes, hombre. Ya está lista la anestesia y no pienso hacerte nada sin ella. _lo tranquilizo, y él agradece. Demasiado para Lisa, que se muere de las risas y de las ganas de seguir mostrando tetas.

_ Ya está, _se escucha la voz de Chris, mi secretaria noruega que viene hablando desde la pieza contigua. Lisa parece no haberla escuchado, hablándole como está en ese instante a Jimmy...

_ Tienen un buen seguro así que, ..¡lo que quieras.!_, me dice Chris, refiriéndose a "Lord Jimmy de Liliput" y a su amada y “protuyente” princesa. Ya, cuando me pregunta: "¿Puedo ayudarte en algo...?", Chris, entrando a la pieza, ha visto qué fachas gasta nuestra clienta. Me mira asombrada, aunque se nota que le hace gracia, porque abre la boca divertida y se ha puesto, muy risueña, a disfrutar de la "situation given".

Lisa, al descubrir la presencia de Chris, ha hecho un ademán inicial como quien iba a cubrirse, pero Chris le ha dicho, con un gesto de su mano: "No te cortes" y, con un destello de sus ojos y con sus labios sonrientes, le ha comentado: " Mi amiga, ¡qué tetas tienes...!".

La princesa parece haber caído en cuenta y también, disfrutarlo, porque ahora las expone también a la consideración de aquella belleza nórdica que funge como secretaria recepcionista nocturna en esta empresa médica.

Tal vez por aquello de "por si acaso...", Lisa le ha hecho a Chris un sonriente gesto de "silencio" con su dedo entre los labios, mismo dedo con que luego señala a Jimmy. Mi asistenta comprende que "Blanqui" lo que pretende decirle con aquel gesto, es que le gastamos una broma a Jimmy...

Eso se comprende sólo de vernos. Otra cosa es que trague la píldora entera, y así, sin agua...

Parece que no, porque mientras afirma con la cabeza, Chris no sabe si posar los ojos en las tetas irlandesas o en el “bulto antillano” de mi pantalón, bulto que ella, nunca supe exactamente en qué instante, se ha comenzado a frotar descaradamente con su culo, restregándose la barra sin "miserias cartesianas” por todo el recorrido de sus nalgas, mientras me va diciendo:

_ No sabía yo que fueses tan caliente... ¡Tan serio que pareces...! –y lo ha dicho reeforzando con gracia el acento noruego en su castellano, acento del que abusa para que nuestros clientes no puedan entenden ni aún suponer qué me dice.

Tampoco sabe Chris si va a terminar de posar su mano izquierda por entre el bulto hendido de su vulva ( que sufre la despiadada opresión del pantalón de servicio ), o en la punta de sus pezones, que ella se los alcanza cuando viene subiendo con su mano desde el bulto bajo, para subir a sus cimas altas por debajo de la blusa. Con la izquierda, ha comenzado a "echarme una mano" (nunca mejor dicho) por la bragueta del pantalón y, cuando le queda tiempo, me sigue ordenando las ampollas de anestesia, las pinzas, el "porta", y el hilo de suturar.

"Blancastetas" se ha dado cuenta de nuestras buenas relaciones laborales, (casi a la par que yo, que soy el primer sorprendido por la reacción de mi asistenta), y ya no se busca más "brillitos" que limpiarse en los pezones: Se los está amasando para mí y para Chris, así, sin más...

_ ¿Por qué me haces esto?. –escucho en la voz de Chris-- ¡Eres malo y voy a castigarte!. ¿Alguien te ha hablado de mis debilidades sexuales? ¿Quién te ha contado?--susurra Chris cerca de mi oido, al tiempo que la apertura de la bolsa que resguarda a una pinza de disección, le sirve de pretexto para seguir con esa mano hasta apretarme un "güevo"…

(continuará, ¡no lo duden…!) 

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IMPORTANTE: NINGUNA DE LAS ESCENAS SEXUALES ES REAL. TODO ES FICCIÓN E IMAGINACIÓN.
Ya luego, durante los años en que he "prestado" mis servicios en una clínica médica que atiende al turismo en Canarias la mayoría de los pacientes que me tocaron _lo que allí más abunda_, suelen ser chicas o parejas, o grupos de amigos o de sólo "amigas" que vienen del Norte de Europa en sus habituales estancias vacacionales en estas tierras canarias. Estudiantes, los más, vienen muy de "relax" en busca de un "pack" que contenga sexo, morbo y esas "cositas", esperando darse de bruces (y también, "de otras posiciones") con el "latin lover".
Es así que no es inusual ver, en algunas de esas chicas (y chicos también, pero no es este el caso), ansias de mostrarse y exhibirse y, aunque parezca "pretencioso", exagerado y hasta desprovisto de suficiente "ética" el que yo lo diga, os puedo asegurar que, de esa búsqueda, ¡NO ESCAPA NI EL MÉDICO!
Se dieron situaciones singulares durante el ejercicio de mi profesión allí. Algunas, más explícitas. Otras, sutiles, sugerentes o  ¿ imaginadas...?.
Es lo más probable que así haya sido y lo que sí realmente "pasó" fue que, al transcurrir por la factoría de mi imaginación, estos ingenuos y hasta, muchas veces, casi inventados "pasajes", dieron como resultado unos relatos que NUNCA PASARON y, si alguna vez pasó algo "PARECIDO", NO HE SIDO YO SU PROTAGONISTA, sino un doctor con unas características y una historia quizá en algo parecidas a las mías, PERO NO YO.
No es más que "Literatura" y, quien sepa algo de ese apasionante arte, conoce también que, en cualquier obra narrativa, el que narra, quien cuenta la historia casi nunca es exactamente el escritor. 
Así es que, el "Narrador" no coincide nunca con "El Autor"  
¡Jamás sería "Él"!

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