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martes, 2 de julio de 2013

HAY SOL BUENO Y MAR DE ESPUMA...

IMPORTANTE: NINGUNA DE LAS ESCENAS SEXUALES ES REAL. TODO ES FICCIÓN E IMAGINACIÓN. Armando H. Prieto Sust: El Autor.

   
   Me dispongo para una refrescante ducha fría. Cuando termino, ceno con muchas ganas, termino con mucho y muy dulce postre, me pongo ropa limpia y salgo a la calle con el ron envasado previamente en las botellas apropiadas. 



  Hay algo que me lleva, de manera no consciente, hacia la Quinta Avenida, que es una de las avenidas más lujosas de la ciudad de La Habana y de todo el país, mi país: Cuba. Por todo el largo recorrido de la arteria y sus alrededores, se levantan majestuosas las más lujosas y amplias mansiones cubanas. En muchas de ellas viven las familias del personal diplomático acreditado en La Habana, así como muchos de los personajes más importantes de la vida nacional, aunque no pocas están ocupadas por descendientes venidos a menos de algunos oficiales del Ejército Rebelde, que arribaba victorioso a una Habana recién conquistada en la que, muchos de los burgueses vencidos, huyeron de inmediato a Miami y dejaron esas inmensas mansiones que les fueron entregadas a muchas familias humildes de aquéllos guerrilleros, familias que, no pocas, a la larga se fragmentarían, haciendo lo mismo con la casa.

    Otras habían quedado en manos de los criados de las familias en desbandada que, una vez dictadas las nuevas leyes revolucionarias se hicieran, unas con la titularidad de la mansión, y otras con sólo su derecho de ocupación. Otras de las mansiones habían sido internados escolares que se improvisaran en la zona en los primeros años del nuevo gobierno, quedando a la larga ocupadas por varias familias de maestros y otros empleados de las escuelas.  A otras, al igual que la que ocupábamos, se les había dado el destino de albergar a varias familias necesitadas. La mayoría de las que están en éstos últimos casos, se diferencian de las que han tenido mejor suerte, a pesar de que todas les siguen dando su usual aire distinguido a la zona.
    Tal es el variopinto panorama que ostentan la Quinta Avenida y sus calles aledañas, no muy distinto que el de muchos barros lujosos del resto del país, pero en éste se agudizan más las contradicciones.   

     Ésta ancha calle es además, una vía expedita para trasladarse de los centros citadinos más importantes, a los sitios turísticos más lujosos y apartados del centro, cuestión ésta que la hace ser surcada constantemente por coches ocupados por turistas, generalmente los de mayor poder adquisitivo. Ésto que además, es sabido, hace que la hermosa alameda esté siempre adornada por un montón de muchachitas muy bien arregladitas, envolventes y provocativas las más, a la caza todas de un golpe de suerte que les cambie la vida, aunque las más expertas y escépticas ya no esperan éso, y sólo pretenden hacer unos dólares para ir viviendo. 

    La quinta avenida no puede ser recorrida en bicicleta, pero sí se puede acceder a ella por sus intersecciones y, una vez allí, es posible incluso recorrerla en bici desde el amplio paseo central, ocupado por bancos y césped muy bien cuidados, por donde se pasean también con frecuencia los miembros del cuerpo policial de protección a embajadas y cuerpo diplomático, así como otros que pretenden sorprender algún que otro intento delictivo hacia las casas o las personas de la zona, y muchos que sólo quieren distraerse la vista con las bellezas que por allí frecuentan, yendo algunos hasta un poco más allá... 

    Hay un montón de gente hoy en la calle con ganas de fiesta. Desde que salgo de la casa y antes de acceder a la Quinta Avenida, ya he vendido dos de las botellas de ron y al mejor precio posible, incluso un tantito más.
    _ ¡ Coñó...!. ¡ Como ha subido ésto...!, --ha exclamado el segundo de mis eventuales "clientes", a pesar de lo cual se ha metido la mano en el bolsillo y me ha pagado lo que he pedido por el licor. Todos saben que, por muy caro lo encuentren de esa forma, siempre va a ser más barato que en los locales a los que pretenden acceder algunos, con precios en dólares, la mayoría.
    Las dos chicas que acompañan al comprador tienen unos cuerpos despampanantes, más destacados aún por los ajustados y elásticos pantalones de
los conjuntos que, más que cubrirlas, las re-esculpen en  colores distintos a los de sus pieles frescas. Cuando he entregado la botella y sólo espero por el dinero, me queda tiempo para recrearme en las sutilezas anatómicas que se deslizan a cada giro de sus muslos, sus nalgas, sus pelvis y sus pechos, dibujados todos con especial realce. Percatándose de las preferencias estéticas del pobre vendedor de ron, han decidido disfrutar del placer que encuentran en sentirse atractivas y deseadas, a la vez que, de paso, regalarle al infeliz un poco de colirio para refrescar su vista, de seguro cansada de tanto andar en su ciclo recorriendo la ciudad en busca de clientes.
    Hacen énfasis en lo lejos que llegan las costuras de sus trajes taladrando sus rajas, dándome los ángulos adecuados para que se aprecien mejor éstos detalles, y me hacen saber que las propiedades flexibles de los tejidos que se pueden dar el lujo de gastar no se resienten en lo más mínimo cuando, sin ceder una micra en sus avances hacia las profundidades, escalan las alturas más redondas sin inmutarse siquiera, dándoles a los volúmenes las mismas y hasta mayores opciones de recrearse y de dibujarse que a los declives más brutales.
    _ Dale los cinco dólares a este hombre, Joel. No seas malito, mi' jo. Total, si tú te lo gastas sin saber ni en qué..., --ha dicho una de las chicas, apoyándome condescendiente...
    _ Ay, sí, chico. No seas tacaño y ayuda al pobre, que tiene carita de noble y de buena gente, --se erige en mi protectora con maliciosa mirada de regalo, la otra...
    _ Muchas gracias, mis amiguitas. Con clientes así da gusto trabajar, pero yo he dicho cuatro, y no cinco "faos". --les digo, recreándome en sus paisajes.
    Joel parece haberse cansado definitivamente de buscarse cuatro dólares justos. Me pregunta:
    _ ¿ Y tú no tienes cambio, "chen" ?, --¿ cambio...?. ¿ Cómo no lo había pensado antes?.
    _ No, --le digo. Y es verdad: no tengo cambio...
    Mientras me guardo los cinco "fulas", le digo al chico, para subirle el ego:--  _ Joe, qué suerte tienes, mi "ambia". ¿ De dónde escoges unas amiguitas con esos corazones tán buenos y esos sentimientos tan sanos...?. Son divinas las niñas, Joe, Divinas...
    Joel me mira con todos los ojos desparramados y rojos y, haciendo un esfuerzo para no caerse cuando gira hacia ellas, me responde:
    _ ¿ Y yo que sé, "nagüe"...?. Yo no les miré el corazón ni el alma ni na' de' so. Yo las escogí por los culones, las tetonas y los bollones ricos que tienen, --me va diciendo y, haciendo girar a las chicas que se parten de risas y de ganas de exhibir culos, tetas, bollos, etc, termina:-- _ Mira pa' quí, mi herma. Mira como están estas niñas... Acere, si no fuera porque el "panga" ( mi amigo y socio en el negocio ) nos está esperando, te invitaba pa' que les dieras una buena "mamá" en el bollo a cada una, que se te ve en la carita que te mueres, vaya, que estás loco por meterles el "hocico" en las papayas a las locas éstas..., --ahora las hace girar, -- ¡ Y hasta el 
culo se los mamarías...!, ¿ no es verdá, mi "socio"...?. Mira pa' quí... Cualquiera les mama el culo a los bombones estos...
    Yo no puedo más de las risas por las ocurrencias del "Joe" y por sus preclaros aciertos a pesar de la "juma" que ya, a tan tempranas horas, ostenta el chico. No puedo más que decirle:
    _ ¿ Tú ves?. En esas cosas también tienes razón. Me da vergüenza decirlo así, en la cara pero,  con el mayor respeto, las dos están pa' comérselas por cualquier flanco, no es por ná...
    _ ¡ Ay, gracias, chico!. ¿ Tú ves?. Con hombres así tan delicados y admiradores da gusto que te digan piropos. ¿ Tú no lo crees, Yamila...?, --me dice una muy jocosa y "salpicona", mientras se repasa los accidentes geográficos ya, explícitamente.
   _ ¡ Claro que sí, Dayamí!. ¿ No me ves que yo también  estoy encantada...?, --acota ahora Yamila, haciendo otro tanto con sus fallas, sus cumbres y sus plegamientos "teutónicos", "tectónicos" y "tetónicos".
   _ Bueno, bueno, ya, ¿eh...?. Corten con la putería y vámonos, que se hace tarde, mamis..., --las regaña Joel. Ahora se dirije a mí:-- _ ¡ Mi herma!: Les voy a dedicar unas "mamás" y unas "clavá" en tu nombre a las niñas... ¡Vamos, vieja, corta la "volá" y vámonos en "pira"!, --ya Joel las está arrastrando casi, llevándolas consigo.
    _ Te lo agradeceré, "bróther". Acuérdense de mí cuando se estén "viniendo",  mamis..., --me despido con esa petición y ellas prometen complacerla...  
   Todavía se quedan un poco a disfrutar del brillo sano que mis ojos les recorren sonrientes y dan signos de estar disfrutando de ese roce cuando, intercambiándonos mordiditas cada uno en sus labios, las veo alejarse, empinando bien los dos pares de nalgas y dedicándome destellos de miradas cómplices, tiradas por "el Joe" que casi las levita en el intento. Parece que "el panga" tiene prisa... 
    He vendido dos botellas por el precio de cuatro. Ahora lo que me queda es sólo la tercera y un calentón en la "portañuela" ( bragueta ) que me hace decidir que no hay mucha prisa en estar de vuelta en casa. Trataré de colocar la última botella de la mejor manera que pueda, con calma. En definitiva, las películas de los sábados a veces son en repetición, cuando no son realmente aburridas...
    A medida que voy pensando en esto me voy acercando a dos potenciales clientes para mi mercancía. Decido andarme con tiento porque, además de que la policía pudiera estar acechando por otras causas y descubrir mis "actividades lucrativas" ilícitas de "carambola" ( o, de "trampamonte", de "chiripazo" o de "chiripa", como decimos en Cuba ) la pobre botellita se siente muy solitaria luego de ver marcharse a sus dos antiguas compañeras (sobre todo, a la última ) y no quisiera arriesgarla a un final incierto que pudiera sentarle fatal a la pobre...
    Por cierto ( y me perdonan que se los cuente con atraso. Es que no hallé cómo salirme del primer paréntesis del párrafo anterior sin que se rompiese la sintaxis... una vez más... ) el conocido actor cubano Alexis Valdés se dió a conocer en la tele
de su país natal con, entre otras cosas, un personaje que interpretaba en una serie 
de aventuras llamado "Chiripazo". ( Y esto...¿ a qué viene ahora...? )
    Claro, las dos clientes. He contado lo de Alexis Valdés y el personaje de "Chiripazo" para dar tiempo y acercarme a ellas sin hacerme sospechoso. Además, lo confieso: Las chicas se ven muy bien desde la media distancia, y no quisiera perderme esa perspectiva con acercamientos prematuros.
    Parecen haberse dado cuenta de que las estoy mirando y, o no les importa en lo más mínimo, o les agrada, porque se han ido animando en sus conversaciones y en sus inocentes juegos de manos. Las hace tan llamativas y realza tanto sus atractivos físicos ésto último, que todavía me quedo un poco más a mirarlas de lejos.
      Ellas aparentan haber aprobado mi decisión, porque se van mostrando cada vez más "sueltas" y con menos prisas. Total, a veces se pueden pasar toda una noche por aquí éstas chicas y no conseguir que les pare ningún "tour" realmente interesante.
    De "San Guillermo Tell de La Montaña", me he acercado un poco más, pero ellas aparentan no haberlo notado. Se desentienden tanto de mis maniobras, que no se cortan ensayando cómo mostrar ( también de "San Guillermo..." ), los mínimos tangas que llevan debajo de las faldas también mínimas, sin que se note que es intencionado.
    Me están gustando tanto los juegos y los entrenamientos que practican mis potenciales clientas, que voy a aprovechar que he usado un término que os prometí explicar hace como seis capítulos para, además de acabar de cumplir mi promesa
 con respecto a "San Guille...",  seguirlas acechando y ganar tiempo sin que se note demasiado.
     Independientemente de que el diccionario manual de la lengua española "Cervantes" --"mataburros", éste, muy popular y muy socorrido en mi país; creo que el más-- define las palabras "Guilladera" como: 1- Chifladura amorosa, 2- Desvarío, manía; y "Guillado;da" como: adj. chiflado; así como "Guilladura". f 1- Chifladura. 2- Desvarío, manía; y, finalmente a "Guillarse" le da la definición de: 1- Irse, marcharse. 2- Perder la cabeza, chiflarse. 3- Guillarse de una persona: mostrarle simpatías amorosas. 4- Perder parcialmente el juicio en achaques amorosos; el término es mucho más conocido por otros significados bien distintos.
    Espero que cualquier coterráneo estará de acuerdo conmigo en que si decimos que hemos hecho algo "Guillados", se interpretará que lo hemos hecho subeptriciamente, tratando de que no se nos note, de no ser vistos o detectados en el acto o en su intento. Lo mismo si aconsejamos que algo se debe realizar "Guillado", "Guilla'o" o "de guille", estamos sujiriendo que se haga tal cosa de manera disimulada, sin que se note demasiado, enmascaradamente ( que no "descaradamente" ), finjiendo que no se hace o simulando que se hace otra cosa al hacerlo. Por ejemplo, cuando le decimos a alguien: " Trata de acercarte a la muchacha y, sin que se den cuenta sus padres --¿sabes qué te digo?: "Guilla'o"--  entrégale este papelito como si le estuvieses dando la mano...". O; "El tipo le tocó las nalgas a la jeba 'de Guille', tú. Se hizo el que dió un traspié ( y no: 'hizo como que dió un traspié', es como lo decimos en Cuba) y, al ir a sujetarse, le toqueteó todas las nalgas 'guilla'o'".
    Luego, al declinarse y decir "de guille" o, "de guillo",  éste pasó a ser "de guilletén", "de Guillén", ( Nicolás, el poeta nacional ), "de Guillermo", "de Guillermón Moncada" ( en alusión a un conocido general cubano "mambí" o sea, del ejército libertador durante la guerra de independencia de España ) y, finalmente "de San Guillermo Tell de La Montaña". ¿ Es o no rica y pródiga la imaginación en el acervo popular cubano?.
      Más tarde se asoció el término al ámbito laboral y, en alusión a la situación harto conocida de que un trabajador se finja enfermo para eludir sus deberes laborales o, más elaboradamente, represente ante el médico una escena teatral ( también se dice:"está filmando", o "eso es filme" por "está haciendo teatro" ) con el fin de conseguir un certificado o baja médica, se dice que "está guilla'o" o que "se está guillando".
    "Guillarse", aunque se le parece mucho, no es exactamente lo mismo que "tirar majá" que, en esencia, se refiere al hecho de asistir al trabajo y pasarse la jornada laboral ingeniándolas para escapar al momento exacto de verse en el compromiso de tener que realizar alguna labor realmente efectiva o, en su defecto, hacer como que se trabaja cuando, en realidad, no se hace nada. A eso también se le pudiera aplicar el término de "guillarse", estar "de guille" o "guillado", pero le viene mejor el de "tirar majá". Por cierto, el "majá" es un reptil, una especie de boa o serpiente autóctona que, amén de comerse las aves de cría, no hace ningún otro daño.
    Otro término afín es "embarajar", o sea, esconder algún hecho o cosa para que no se note o no sea detectada: "Embaraja la revista, que ahí viene el profesor...". O "ya estaba a punto de darle un beso a Fefita, pero en eso llegaron sus padres y tuve que embarajar". Luego, se puede adornar la frase diciendo "embarajar el tiro" o "embarajar la croqueta", etc, para hacerla más jocosa .
    Tampoco es lo mismo "tirar majá" que "guillarse", que "hacerse el chivo loco" ( o "la chiva loca" ), refiriéndose, éste último, al hecho de fingir que no se ha visto o escuchado algo, o que no entendemos lo que se nos dice o muestra. Algo así como "hacerse el sueco", pero sin dejar de ser cubanos ni de estar en Cuba. Se debe decir también que un "chivo" o "chiva" no son otros que el cabrito y la cabra, respectivamente. 
    Otra cosa bien distinta es "embarretinarse" o "meterse en un barretín", que se refiere al hecho de complicarse, liarse o meterse en un lío o problema. Así es que, un "barretín" es un tremendo follón.
    Y allí estaba yo, mirando "de guillo" a aquellas "jebitas", acercándome a ellas poco a poco, "de guilletén", observando sus movimientos también de "San Guillermo Tell de La Montaña", en la Quinta Avenida habanera, "embarajando" además, la botella para que no se notase en qué andaba yo; eludiendo así un posible "barretín" si apareciese la policía. Estaría también, sin darme cuenta del todo, "tirándole un majá espeso" al deber de regresar a casa para darle calor a mi hogar viendo la película del sábado en familia.
    Lo que pasaba, en realidad, era que las actividades ilícitas, marginales y sujerentes de un desenlace incierto a que mi situación inestable me lanzaba, --realizando en ellas, además, esfuerzos físicos prolongados--, me subían mucho la adrenalina. Mi cuerpo me estaba reclamando, por consiguiente, emociones mucho más fuertes durante las horas en que se supone que la jornada laboral termina y nos relajamos con nuestros "jobbies".
    Ya estoy mucho más cerca de ellas, que insisten en ignorarme. Me he posicionado en un banco de un parquecito aledaño. Apoyo la bicicleta al banco en perfecto equilibrio. El "burro" o "pata" que le debía servir de apoyo, lo había perdido no ha mucho mi bici durante una desenfrenada carrera, huyendo de los del "DTI", (siglas del Departamento Técnico de Investigaciones, agentes policiales de civil), que casi me "traban" ( me "pescan", me "pillan" ) vendiendo una pierna de jamón por quince dólares a unos desconocidos en la entrada del complejo comercial "Quinta y Cuarentaidos", muy cerca de donde estoy ahora.
    Desde aquí las puedo ver mejor. Son muy bonitas ambas y están muy bien arregladitas. Ambas llevan  botas altas, realzando las lisuras de sus muslos que se lucen hasta muy arriba, escoltando las entradas de las puntas de sus nalgas hacia los bordes acampanados de las minifaldas que insisten en alejarse de las pelotitas surcadas por unos hilos divisorios en sus recién iniciados recorridos. Sus torsos están ceñidos por unos débiles "tops"n o "baja y chupa", como también se les llama a esas prendas tán alegres en estas tierras. El colorido de cada una de las mínimas blusitas enmarca muy enfático las siluetas de los pezones y de las ubres, visión que sólo es interrumpida a ratos por la irrupción en ese espacio de algún mechón de las cabelleras inquietas que sortean el viento. Las dos son castañas de pelo, un poco más claro el de una y más moreno el de la otra.
    Se mueven mucho las muy jodidas, aunque sus movimientos no son muy prolijos en repertorio. Casi todos van dirigidos a darles algún destino extremo a las caderas para recostar las nalgas en alguna pose que las favorezca, cosa que logran siempre. De vez en cuando consiguen rotar sus pelvis de manera que se asoman los triangulillos delanteros y abultados de los tangas. Las divierte tanto esa conquista, que de inmediato la abandonan para reir sus osadías y repasar las nalgas.
    Casi todos los ocupantes de los coches que pasan les prestan atención, pero ninguno se ha detenido hasta el momento. De pronto, uno lo hace. Se acerca más al arcén para que ellas, más cerca ahora de mí, los alcancen por las ventanillas. Las dos jebitas tratan de entrar sus cabezas por la misma ventanilla y, como que no les resulta del todo posible, se van alternando.
    Les hablan por turnos al chófer y a su copiloto, únicos ocupantes del vehículo. Se turnan también para mostrar sus cuerpos por el umbral de la ventana, asistida cada una por la que espera por su turno. Me he dado cuenta de que, indiferentes antes a mi existencia, buscan apoyo ahora en mí, quizá esperando mi solidaridad en caso de que asomase un policía. Quizá esperen ser rescatadas por mí en caso de que los misteriosos "cochenautas" las intenten secuestrar. No lo sé yo bien toda vez que, lo más posible sea que ellas estén deseando ser secuestradas, siempre y cuando de un secuestro remunerado se tratase.
    He dicho "misteriosos cochenautas", refiriéndome a los interlocutores de mis ya amiguitas, y lo he hecho con toda intención. Es que nunca se sabe de dónde proceden, quiénes son, cómo lo hacen, hacia dónde van, de qué artes se valen para lograr estar en ésa privilegiada posición los que, sin falta ni interrupción, no dejan nunca de recorrer las arterias más importantes de La Habana ni de otras ciudades cubanas en busca de diversión con compañía femenina eventual incluida. Mucho más misterioso resulta el fenómeno cuando, además del hecho de comportarse casi siempre los pretendidos buscadores como asediados ellos, --haciendo que las chicas desplieguen todo el arsenal de seducción a sus alcances para, al final, dejarlas plantadas y continuar viaje-- los que viajan en este coche, --por citar sólo un ejemplo--, son nacionales. Lo sé porque los oigo hablar en el inconfundible acento de los cubanos de Cuba. Además, el coche tiene matrícula nacional.
    Entonces uno se queda así, como alucinando, como si presenciara, en vivo, en directo y a unos palmos de narices, una escena de la mejor factura de los efectos especiales de Steven Spilberg, pero sin humo, ni explosiones, ni dinosaurios, ni extraterrestres. O, más bien, pareciera que presenciamos una escena salida de una película de Buñuel, Saura, Antonioni o de algún que otro "Jodorówskyco" director de cine surrealista.
    Vamos a ver una cosa, (o varias cosas): Estamos en Cuba, "primer territorio libre de América", país que proclamó el socialismo puro y duro, el poder del pueblo, la democracia del proletariado, de las masas antes oprimidas y ahora en el poder por ya más de cuarenta años. Luego de una brillante trayectoria de erradicación de la explotación, de reparto equitativo y justo de los bienes materiales y espirituales, de ser "faro y guía de América y el mundo" y de los hombres de pensamiento progresista, la isla ha caido en una crisis económica brutal en la que, hasta los que llevaban unas vidas más holgadas, se enfrentan a agudas estrecheces. Se hacen llamados a través de todos los medios incentivando la fuerza moral de la ideología revolucionaria para que resistamos, para que no flaqueemos y para que, con ese fin, nos sirvan de apoyo las más puras ideas progresistas.
    De otro lado, se sabe que en nuestro país no son muchos los que pueden darse el lujo de tener un vehículo, mucho menos ahora, por obvias razones; y muchos menos los que pueden acudir a centros turísticos y de esparcimiento pagados en divisas. Se supone también que, el cada vez más selecto grupo de los que podrían disponer de éstas prebendas, esté conformado por las personas más confiables, con ideologías y comportamientos más que probados. Y se debía suponer que la mayoría de los que nos visitan o que han fijado residencia para desplegar sus actividades entre nosotros, son amigos de la misma ideología. 

    De ese mismo lado fijémonos en el hecho de que casi todos nos quejamos de lo mal que la estamos pasando, de lo difícil que está siendo sobrevivir en nuestro suelo. Entonces, ¿de dónde coño sale tanta gente con coches modernos, yendo y viniendo de y hacia discotecas, restaurantes, centros de esparcimiento en dólares buscando, además --aunque sólo por curiosidad sea-- compañía femenina rentada?. No lo sé, pero de seguro que a partir de mañana me voy a "poner pa' eso" y voy a tratar de desentrañar el misterio. ¿Será que estoy haciendo el primo y soy uno de los únicos que no se ha enterado que ya, andar en bicicleta de vendedor ambulante y hacer un esfuerzo sobrehumano para ganar unos pocos dólares, hace tiempo que pasó de moda, que ya no se lleva?.
    Ahora las dos niñas han logrado meter casi medio cuerpo por una única ventanilla. Sus faldas descansan sobre las cinturas y los dos pares de nalgas empinadas me saludan, tan abiertas que puedo verles todo el recorrido del hilo "tánguico" a cada una ensancharse en las protusiones vulvares.                      
    O no se han puesto de acuerdo, o los cubanitos pretendían sólamente flirtear un poco con las dos bellezas caribeñas, porque han seguido viaje y mis amiguitas se vuelven defraudadas a la acera. Se han mirado tal vez desalentadas y se están intercambiando lamentos. Yo, que ya no doy más de compasión por mis chiquillas, enciendo un cigarro y me pongo a contemplarlas con piedad.
    Atraidas por la lumbre se acercan sonrientes, intentando seducirme con sus encantos, como si en vez de una bicicleta herrumbrosa estuviesen viendo un Mercedes aparcado a mi lado.
    _ No paran.., -les comento.
    _ ¿ Nos regalas un cigarro?, -me pide una.
    _ ¿ Y tú estás vendiendo algo, o te quieres hacer la paja con nosotras?, -dice la otra. 
    Extraigo la cajetilla de "Populares con filtro", cigarros cubanos de exportación y que se venden ahora en territorio nacional por divisas bajo el slogan de "Soy cubano, soy Popular", mientras les voy diciendo:
    _ Me queda una botella de ron, que pretendía proponer a ustedes. Pero si ustedes me ayudan, me la hago, cómo no...
    Las chicas ríen divertidas con mi ocurrencia y comienzan a adquirir posturas provocativas y a mostrarme sus encantos ya desde antes expuestos, ahora sin tapujos.
    _ Mira, papi, mis nalguitas y mi bollo. ¿ Qué, no te inspira un "disparo"...?, -se divierte la más rubia.
    _ ¡ Oye, oye...!. Pero eso hay que pagarlo. ¿ Tú crees que no vale nada ver éstas tetas...?. Son tres "fulas", corazón, -la más morena ha sacado sus pechos y se frota los pezones, como para que yo vea cuánta verdad hay en lo que dice, qué cierto es que su valor tienen.
    _ Precisamente tres "fulas" les iba a pedir por la botella. Pero ahora se las regalo o, mejor, la disfrutaremos los tres juntos. ¿ No tienen ganas de darse unos traguitos ?. 
    _ Sí, pero vámonos pa' llí, --ha contestado ella, señalando hacia otro banco del parquecito, más alejado de la calle y protegido por unos árboles frondosos. 

    Avanzando hacia el lugar escogido, llevo mi bicicleta de una mano en tanto que la otra no necesita esforzarse para ir saltando de unas nalgas a otras, pues mis amigas me lo ponen demasiado fácil. Al tiempo que voy sintiendo en mi portañuela, (bragueta), ora el roce de las nalgas que no toco, ora el de una mano solidaria, extraigo la botella de la bolsa y la abro, mientras mis amigas se han bajado sus blusitas y caminan con sus pechos erizados y saltarines rozando el aire nocturno de La Habana.  Ya hemos llegado.
    El sistema de tapones y etiquetas que ma ha facilitado un amigo para montarme las botellas, no falla. Nadie ha puesto nunca en duda que se trata de una "Havana Club Siete Años", cuando en realidad no es más que "el ron de la bodega" con diferente traje.
    _ ¡ Uy, qué lujo...!, --exclama, al ver la botella una de las chicas.
    _ ¿ Una "Siete Años", y dices tú que na' má a tres "faos"...? -se me ha puesto desconfiada ahora, la otra.
    _ Tres "faos" por tratarse de ustedes, que son mis amiguitas y son muy lindas. Pero esto yo lo vendo a cinco, belleza. Además, ¿ cuál es el misterio, si ya les dije que se las regalo?.
    _ Ahh. Ya me parecía a mí... se relaja ahora la muchachita y se sienta a mi lado. Se recuesta sobre el respaldar del banco extendiendo bien sus tetas, a donde se han ido a posar los rayos de una luna llena que, bañándolas por sobre las penumbras, las hacen lucir aún más bellas. 
    He hallado unos vasos plásticos desechables que, casualmente estaban en mi bolsa. Nos servimos y, entre sorbos de "Havana Oficoda", las chicas me la van rozando hasta sentirla dura ( más de lo que ya estaba, que era bastante). 
"OFICODA" son las Oficinas de Consumo, las ofocinas de control de la distribución de los alimentos por la Libreta de Racionamiento  en Cuba. Cuando  comenzó  a escasear el ronn, ellos nos "situaban" una cantidad de ron "a granel", sin estar embottellado, en nuesras "bodegas" o "tienditas de aceite y vinagre". Yo me encargaba de "reenvasarlo" bien bonito...  
    _ Mira qué curioso: Tú las tienes más grandes y redondas, pero ella tiene los pezones más desarrollados. Mmm, ¡qué ricas están todas...!, --saltando de teta en teta voy libando aquí y allá, como el "picaflor" .
    No soy yo el único que faena. Al tiempo que yo garantizo que no falten soportes húmedos al cada vez más exigente velamen, ellas se han ocupado de despojar al palo mayor de toda  opresión posible, y ya lo despliegan libre y extendido en todo su esplendor. Esto va "viento en polla y a toda teta...".
    _ ¡ Ay papi, qué rico mamas las tetas...!, me dice la que me extiende el tronco de la pinga con la palma de la mano, suavemente.
    _ ¡ Ay, sí!. Me tiene las tetas locas éste. ¡ Me lo estoy sintiendo en el bollo, coño!, -suspira la que me barniza el glande de saliva con la palma y con los dedos de sus dos manos.
    _ Qué pinga tienes, papi... -observa ahora la primera.
    _ Oye, sí. Mira que calientica la tiene. Toca, toca, ¿no lo sientes?, --le comenta a su amiga la segunda.
    _ ¡Ay, sí, coño!. Muy calentona, dura y gorda está esta pinga. ¿Quieres cojerme el bollo, papi ?. Mira, mira como me lo tienes loco. ¡Ay, papi, cójeme el bollo pa' que veas qué loco me lo tienes!, --ha vuelto a hablar ahora, visiblemente más excitada, la primera. No ha terminado sus palabras, y ya se ha metido la tranca en la boca. Tiene los labios tán carnosos y su boca es tán cálida, que al primer chupón me ha provocado una cosquilla que me recorre hasta los huevos con un escalofrío. 

    Al alcanzarme la verga con la boca, ella se ha inclinado, empinando bien sus nalgas. Por entre las dos laderas puliditas, me voy abriendo paso apartando el hilo de la braga con mi mano. No tardo en encallar en el promontorio húmedo y caliente. Tomo humedades de los bordes acolchados, penetro suavemente la abertura que sólo al rozarla ya me ofrece una apertura hospitalaria y, sin dejar de avanzar canal adentro, humedezco el pináculo de su clítoris y me pongo a darle resbalosos masajes, al tiempo que un dedo insospechado se le está adentrando en un ano muy abierto.
    _ Mmm, --gime muy suavemente sobre mi glande, y las vibraciones me llegan hasta el culo.
    Yo no he dejado de mamar las tetas de la segunda, que le sigue sosteniendo la tranca en la boca a su amiguita.
    _ ¿ Te cogió el bollo, el muy maricón...?, --le pregunta.
    _ Jííí, --le responde la otra, sin dejar de resbalarse mi barra por su boca-- _ ¡ Yi' l julo tmbén, ñoó...!, --es todo lo que se ha entendido.
    _ ¿ El culo?. ¿ Te metió el de'o en el culo...?. ¡ Ay, yo quie..! 
    No la he dejado terminar porque, viendo lo sospechosamente interesada que estaba en saber qué le hacía a su amiga, he presumido que querría lo mismo para sí. 
    _ ¡ Mm jche, ñóó...!. Vngo, vngóóó..., --se escuchaba hasta mis huevos.
    _ ¡ Ay, coño !. ¡ Me estoy viniendo por el bollo y por el culo !. ¡ Ay, qué rico es éstooo...!, --se transmitían los sonidos por las tetitas induradas, hasta tocarme la faringe.
    De pronto, mi boca quedó huérfana de tetas. La chiquilla se las llevó para recostarlas a mis testículos, mientras alcanzaba a su amiga con sus labios. Haciendo un movimiento que no encontraba resistencia en su compañerita, la privó del bocado y se lo apropió ella. Cuando salió de una boca, la escopeta estaba disparando y su proyectil viscoso las alcanzó a ambas. Luego hizo dos o tres disparos más, que se ahogaron en la boca húmeda y caliente de la hambrienta muchachita, que se lo tragó todo sin dejar de mirar a su amiguita alcanzar los restos de anteriores estampidas con su lengua.
    _ Ay, leche. Qué rica, papi, está tu leche..., --decía la de antes, todavía restregándose sus últimos espasmos vulvo-anales en mi mano.
    _ Ummyy. Lftrgo tdda, --se apropiaba de la dislalia ahora la que antes hablara muy clarito.
    _ ¡ Uf, me la han sacado toda...!, --alcancé a decir, al tiempo que podía sentir los bordes anales y vulvares palpitando y resbalando aún por ambos flancos, yendo a menos.      
    Nos quedamos así, recostados contra el respaldo del banco y en silencio por un breve espacio de tiempo, hasta que, recuperados, nos miramos sonrientes.
    _ Míralo a él, tan seriecito y decentico que parecía... --es lo que alcanza a decir la que rompe el silencio.
    _ Sí, sí... Muy fino, pero tremenda pinga lechera y enfermo al culo y al bollo. Seguro que quieres mamar. Anda, papito, mámame el bollo y el culo, pa' que veas qué rico me saben... --la sigue, peligrosa, la segunda.
    Yo comienzo a temerme, sabiendo que si permanezco aquí por más tiempo, voy a terminar metiendo la boca la lengua y hasta la nariz, los ojos, las pestañas y las cejas entre los canales de éstas chicas que, además, me lo están pidiendo y ofreciendo. Comienzo a emprender la retirada, disimulándola con la botella de ron que les alcanzo.
    _ Lávense esas boquitas chulas con el ron, que va y se les da algo más tarde.
  
    Me agarro bien fuerte la verga, me la aprieto hasta que me pasa el impulso y la vuelvo a su estuche dentro del calzoncillo, poniendo bermuda de por medio, para estar seguro. Deposito un beso tierno y contenido en cada hollito,  sintiendo como cada una se relame y sorbe ruidosamente al contacto leve de mis labios, suponiendo cómo será si llego más lejos, y les digo:
     _ Vamos, tomen de ese ron para que se limpien esas boquitas de princesitas bellas, que las van a necesitar para conquistar a sus príncipes encantados. Resérvenles toda esa ricura y calentura a los afortunados que puedan cambiar sus vidas. Ya quisiera poder ser yo, que se me iban a caer la pinga y la lengua con ustedes..., --y les dejo la cajetilla de cigarros, dos "fulas" y la botella de ron sobre aquél banco.
    _ Gracias, muchas gracias. Eres un hombre noble, --me han dicho casi a dúo, mientras me ven perplejas saltar como un rayo sobre mi bicicleta y alejarme calle arriba, aún antes de que ellas puedan volver a estar vestidas.

    
    ¿Te acuerdas que te dije que quizá madame Sarah Bernhardt tuviese algo de razón cuando decía que los cubanos éramos indios "con" y luego "sin" frac?. 
    Luego te "metí una muela"  kilométrica para tratar de convencerte de que los indios eran ellos, los conquistadores, pero no dejo de reconocer que los cubanos, lejos de consideraciones y análisis de razas y de orígenes, algo de indios sí tenemos. Y no estoy hablando ahora de la Pasión Malinche, ni cosa parecida.
    Al menos los cubanos que, como éste que teclea ahora sobre las letras del erdenador éstas palabras para tí, hemos tenido un origen muy humilde del que no queremos renegar ni olvidar nunca, por considerarlo algo muy digno, muy importante y muy determinante en nuestras vidas como para pretender ocultarlo y soslayarlo, en la creencia errónea de que nos quita "categoría" reconocerlo.
    Debo decir también que los cubanos no somos más que usted mismo, (en el supuesto de que sea europeo, incluso), que se ha ido a vivir a otro sitio y allí se ha quedado y tenido su familia y descendencia, viendo además como otros muchos de lo más variopintos tipos y razas, hacen lo mismo que usted, también mezclándose hasta no parecerse nadie ( si es que lo alcanza a ver ) a los primeros, aunque pareciéndose tanto que parecieran ser los mismos.
    He visto, desde que salí de Cuba y trabajo más que nada para clientes nórdicos, británicos, germánicos, etc, repetidos en los rostros de mis pacientes a la misma gente que hace tiempo que conozco, de toda la vida.
    Pero sí, es cierto que también muchos cubanos somos muy indios, exactamente igual que muchos peruanos, bolivianos, ecuatorianos, chinos, japoneses, árabes, malayos, griegos, franceses, italianos, rusos, británicos, holandeses, serbios, alemanes, croatas, suecos, noruegos, daneses, fineses, etc, etc, etc...      
    Y aquí no estoy tomando la definción de indio como de ser superior y más desarrollado que el resto de los mezquinos seres humanos, ni mucho menos. Me referiré, si es que me lo soportan ( que, visto lo visto...) a las vicisitudes a que nos hemos visto obligados los que hemos nacido signados por lo mucho que han "chupado" algunos, dejando casi sin nada a otros.
    De indio he tenido que, por ejemplo, mi casa, la casa de mis padres donde nací o me parieron no fue nunca una casa, no. Era un trozo de casa que nos empeñábamos en terminar siempre pero que, enterándonos a cada paso de lo mucho que faltaba para que aquello pareciese una casa, una casa de verdad, una casa "decente", no hacíamos más que llenar de polvo, de cemento, arena y otras suciedades constructivas a las partes ya "terminadas" de la casa (o acaso "no más que empezadas"), para tener que, no habiendo acabado de empezar, volver a parar la obra por otros tres, cinco, quizá ocho años, hasta que mi padre volviese a juntar un poco más de dinero para podernos dar el lujo de embadurnar, salpicar y poner hecho un asco lo que ya creíamos terminado. Y vuelta a empezar de nuevo.
    Entonces me asaltó una duda o incógnita que nunca he logrado desentrañar porque, al igual que la construcción interminable y eterna de mi casita de nacer, cada vez que la estoy terminando de despejar, me veo obligado a hacer otra cosa y a interrumpir así el despeje. Pueden pasar años, incluso hasta que, cuando por fin puedo volver a retomar su análisis, lo que había descubierto está tan lleno de mierda, pero de mierda literal, mierda real y objetiva, no de atrezzo, que no se vé nada y, a diferencia de mi padre, que la limpiaba y volvía a empezar su casita, me desanimo y no me dan ganas de seguir dudando, dejando así a la incógnita que crezca y que siga intrigando por ahí a su antojo. Total, no tengo que ser yo precisamente el que la pare. ¿ Por qué yo, eh?. ¿ Por qué, eh...?. No, claro que no... Entonces, ¿ quién...?.
    Y ya, sin más preámbulo, la duda... Aunque no sé yo bien si estoy seguro de saber cuál es exactamente la duda. O será que la duda, -duda al fin (y, ¿al cabo...?)-, se disfraza de duda para, una vez descubierta y seleccionada de una muestra al azar, se trasmuta por el camino; quiero decir, por el camino de la mente a la garganta o al teclado del ordenador y, cuando uno quiere nombrarla, o escribirla, o dibujarla o cantarla o recitarla, en realidad nombra otra cosa bien distinta pero que, como se cree uno que la ha nombrado a ella,  (entiéndase, por favor por "nombrar", también todos los otros "ares" que he puesto en fila o en la cola más arriba ), pues les decía que, en la creencia de que la ha nombrado, se nombra cualquier otra cosa bien distinta y es por eso que, además de no avanzar en su depeje, no hay Dios que te pueda responder...
    Y me temo que por más que intente darle largo a ésto, voy a tener que terminar diciendo cuál es la duda y que, mientras más vueltas le dé al asunto, menos posible será pasar a otra cosa sin decirlo porque se va a notar el recurso, se va a ver el moño, el plumero y hasta el brazo. En fin... ¿ Cuánto dinero hace falta, realmente, para terminar una casa de verdad y poder alcanzar a disfrutarla en armonía y felicidad con toda la familia reunida y que, si no fuera mucho pedir, la felicidad no sea a medias y no falte de comer, de vestir, de jugar, de sentir y de disfrutar, sin que llegue a ser lujo, para nada... ?. ¿ Cuánto, si se tiene en cuenta que cada vez que se está terminando una casa ya los hijos están al casarse y necesitan, a su vez, cada uno una casa, y vuelta a empezar, y...?. No... No cuela.
    Dicho de otro modo, ¿ quiénes son, de dónde salen, cómo lo hacen los que tienen una casa que siempre está limpita y los niños tienen todos los bolsos del cole sanos y sin cremayeras rotas, y los zapatos sanos y hasta nuevos, y los bolígrafos funcionan y los ventiladores escriben y al perrito lo sacan dos veces al día para que no se cague ni se mee en la casa, la casa bonita, pintadita, limpita, con adornos de los caros y, a pesar de ello, comida en la nevera y en la mesa, en la merienda lo que es de la merienda, y en la cena lo que es de la cena, y si se rompe una silla o una mesa o una cama, incluso, al otro día o el mismo día ya hay una nueva de lo más bonita, y no por eso falta de comer ni de vestir, y todas las luces encienden y los grifos todos dan agua, los libros en su sitio, el baño limpio y con cortinas y hasta un dinosaurio de alfombra que nunca está sucio ni mojado, las toallas nuevecitas y felpudas, muchas toallas, más de una por cada uno, las sábanas de colores y muy nuevas y en todas las camas, todas las camas con cubre-cama o edredón, muy bonito, por cierto, el de cada cama, y los pijamas y las batas de casa que dan gusto y los patines funcionan y todos llegan temprano que da gusto al cole y al trabajo, la cena a su hora y todos a la mesa, terminan al unísono y nadie se ausenta porque tenga que ir a masturbarse, y todos hacen lo que hacen, que es lo que se hace, quiero decir, lo justo, lo correcto y no hay cola para el baño porque todos tienen cronometrado el culo y hasta el pito o el podorro y cagan, mean, mean, cagan a su hora y en sus turnos.
    Mi padre se desangraba trabajando todos los días del año y hasta más. Quiero decir, no que inventara o le agregase días al año de contrabando, sino que, en lo que otros de sus compañeros salían de vacaciones y se iban hasta de viaje, incluso, mi padre estuvo diez años seguidos sin salir de vacaciones y, además, hacía los chanchullos de mermeladas, caramelos y lo que fuera en casa para sacar dinero extra, se iba ( nos íbamos, a veces ) algunos fines de semana al campo bien adentro, por las montañas del Escambray adentro a hacer trueques con los campesinos, ("guajiros", les decimos en Cuba), para traernos algo de comida más barata.
    Mi padre nunca bebió ni jugó a nada, ni apostaba. Rara vez salía por las noches y, cuando lo hacía, nunca regresaba más de las once. Mi madre y él aún están juntos. No se supo nunca del más mínimo comentario de adulterio. No recuerdo muchas veces que hayamos ido a comer a un  restaurante y, mi padre, que era quien trabajaba y estaba más tiempo fuera de casa, se preciaba de no haber tomado nunca ni siquiera un café en una cafetería, a no ser que estuviese de viaje.
    No obstante, recuerdo que en mi casa no teníamos una vajilla. Había un tenedor, una cuchara sopera y una de postre por cada uno de nosotros y, si acaso, dos o tres más, además de algún cuchillo de mesa. No llegaban a dos por cada uno los platos. Los vasos, no había vasos. Excepto un vaso de cristal muy grueso que tenía cada uno de mis padres desde que se casaran, lo demás eran vasijas hechas con las latas vacías de leche condensada, a la  que se le colocaba un fleje metálico a modo de asa, y eso era un "jarro" para beber. 


    Las toallas llegaban a perder las felpas totalmente, y ya no secaban casi antes de llegar a ser, como excepción, renovadas. Las sábanas llegaban a tener agujeros por donde se te escapaba un pié o brazo al dormir, y las sobrecamas había que tenderlas en una disposición exacta cada día para que no quedasen los huecos a la vista. Recuerdo que me daba mucha vergüenza ir a la escuela con los zapatos rotos o la ropa remendada, pero tenía que hacerlo. 
    Cuando yo tuve unos catorce años, apareció por primera vez en casa un refrigerador. La televisión vendría como un año más tarde. Era un televisor ruso, en blanco y negro. Hasta ese momento de que te hablo, nos íbamos a las casa de los vecinos más afortunados a ver televisión. Sí, yo fuí uno de esos chiquillos quizá indeseados que se amontonaban en la sala del vecino, con caras tontas, sentados sobre el suelo a la hora de los programas televisivos de mayor audiencia. También 
fui uno de los que se amontonaban ante alguna ventana abierta salvadora, por la cual alcanzar a ver el último duelo de donde el héroe acababa al fin con el villano, o el último beso de los amantes que tanto tuvieron que luchar por su amor, o la jugada que decidía el partido de béisbol de mi equipo favorito. No fueron pocos los ventanazos en las narices que hube de asumir, pues no todo el mundo soporta una galería de caras asomadas a la ventana como paisaje de fondo a su programa favorito de televisión. 
    Recuerdo la de veces que tuve que ir de casa en casa de vecinos hasta encontrar alguno que me diese un trozo de hielo que luego llevaba a casa para enfriar el agua que consumiríamos en la comida. Y ve a traer un paquete de carne que está en el congelador de casa de Juanita. Dile que es uno que tiene un trozo de tira roja con un papel adjunto que pone "Esther". Entonces...