Soneto.
Armando Prieto Sust.
Una tarde de enero en que las rocas
bajo el baño de olas se perdían
y peces en la arena parecían
bajo el beso encalladas nuestras bocas.
Mis manos, que eran dos gaviotas locas
tu talle entre sus alas lo mecían
y errantes por tus islas te pedían
no dejarlas morir entre las rocas...
Pero el suave terral hacia las olas
tus ansias se llevó. Las caracolas
no quisieron su canto regalarnos.
Y en la costa dejamos olvidada,
en triste soledad abandonada,
la cabaña que vino a cobijarnos.
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