Powered By Blogger

viernes, 18 de julio de 2014

"Y AL CABO, NADA OS DEBO... "





"Y AL CABO, NADA OS DEBO..." 

        (Antonio Machado. 'Retrato')



     
   Esta tarde, cuando he salido de mi agotador turno de guardia, he vuelto a pasar por el puesto de "Loterías y Apuestas del Estado". Todos me saludan y me preguntan cómo me va; los que me conocen como "el doctor que trabaja en la clínica de arriba", y los que me conocen como uno que viene a diario. No sé por qué, pero hay algo que me hace sentir un vértigo extraño y una opresión difícil de describir, en el pecho; opresión, vértigo y sentimiento de impotencia que se hacen cada día más intensos, cuando entro a éste o a otro cualquiera de los puestos de "Sueños e Ilusiones Irrealizados...".
    Me sobrepongo al malestar inicial, que va pasando con la ayuda de los chicos que bromean conmigo, y del señor Domingo, que es el dueño del puesto. Me sobrepongo, pero no del todo, mientras escucho cuánto dinero le ha tocado a un afortunado que se ha llevado tres millones de euros y sólo ha apostado tres. Tres euros arriesgados, y tres millones ganados. Esto me da fuerzas y ánimos a mí, que llevo más de dos años apostando unos cien euros diarios. Me da fuerzas y ánimos para comprobar que, en todas mis apuestas de ayer, --unos cien euros--, sólo he recuperado cuarenta...
    Sin duda, mi suerte se parece bien poco a la del chico de la historia..., pero, ¿ quien sabe...?. Me vuelvo a
dar ánimos. Reviso mis combinaciones diarias para la "Bonoloto" que, con los arreglos que he de hacerles, --una vez analizada la combinación ganadora de ayer--, me harán invertir otros sesenta euros hoy, sin garantía alguna de regreso... Pero no importa; si no me arriesgo... Además, hay un bote. A ver, ¿si no juego hoy, y sale una de mis combinaciones, eh?. ¡ Vamos, un día más...!.
    Además, hoy se juega la "Euromillonaria", y ésta sí que da dinero. ¡ Venga!. Cuarenta euros más. Total : otros cien euros que entrego a esta loca maquinaria de quimeras. Es evidente: Estoy enganchado...

     Todo comenzó un día, hace ya tres años. Yo estaba recién llegado de mi país y, aunque estaba trabajando ya en mi profesión y con un buen salario, seguía arrastrando la frustración de mis sueños juveniles. ¡ Si yo pudiera abandonarlo todo, y dedicarme al arte...!. Estaba "seguro" de que lo haría con una dedicación y una fuerza tales, que para mí no existirían barreras ante ningún esfuerzo que tuviese que realizar para terminar mi formación artística. Pero la dedicación y el esfuerzo que debía dedicarles a mi reencuentro con la profesión médica, --abandonada por diez años allá, en mi lejana tierra--, me alejaban cada vez más de acariciar mi viejo sueño, más lejos aún con los años que avanzan a una velocidad cien veces mayor que la madurez, la conformidad y el raciocinio. 
    Yo no sabía qué eran los juegos de azar, ni como funcionaban, porque en mi país, igual que la pornografía, están prohibidos. Ni pensé nunca, siquiera en tentar a la suerte de forma clandestina, como hacen algunos de mis paisanos. Nunca estuve interesado.
    Hasta que un día, un amigo me mostró un talón de la "Bonoloto", y me explicó cómo funcionaba. Como que siempre me gustó la teoría de las probabilidades, me puse a practicarla. Pero lo hice solo, sin contar con nadie y poniendo de mi dinero constante y sonante, antes de verificar que fueran acertadas mis teorías combinatorias que eran por demás, muy limitadas, por mucho que arriesgase de mi dinero, si se tiene en cuenta los casi catorce millones de combinaciones posibles, inabarcables incluso para las miles de "peñas", con participantes múltiples y, por consiguiente, mucho más dinero para ampliar las combinaciones, y menos a arriesgar por cada cual.
    Pero una extraña y traicionera atracción que habita en mí por las cosas "casi" imposibles de realizar, y una clarísima debilidad por los dictados del corazón, --en proporción de un millón a uno, con los del raciozinio--, me llevaban a intentarlo una y otra vez. Si mis teorías estaban acertadas, la prueba iba a ser su misma realización en resultados incalculables. Si no lo estaban, todavía cabría la posibilidad de que no me tendría que poner, forzosamente, tan fatal como para perderlo todo. Es decir, que entre la posibilidad de ganar millones, y la de perderlo absolutamente todo, --o la de no ganar nunca nada--, hay muchas paradas; y siempre habría, --o al menos, eso creía yo--, oportunidad de abandonarlo a tiempo y de recuperase.
    Tardó muy poco en demostrarse algo que yo no había tenido en cuenta: Yo había ido a la universidad a estudiar medicina, no matemáticas, y mis supuestos "conocimientos" en Teoría Combinatoria, databan de mi etapa de estudiante de bachillerato que, aunque yo la recordaba como algo que había ocurrido sólo ayer, ya les habían pasado por encima algunos años.  
    En fin, que comencé a cursar una nueva carrera con el corazón y la "intuición", --como casi todo en mi azarosa vida--, que me hacía acariciar un sueño nuevo cada día, y la esperanza de que, por una vez, lo que tanto ansiaba estaba por llegar "ya".
    Pero, en realidad, esto no había comenzado ahí. Sin darme cuenta del todo, yo había sido un jugador de azar desde que hice algo por mí mismo, por primera vez. Un jugador de azar, sin suerte...; pero jugador, al fin.
    Y como que por "medios para lograr un proyecto" se entiende, más que nada, dinero, es ahí cuando se complican endemoniada e incalculablemente las cosas. Fatalmente el dinero es, --al mismo tiempo que sal de la vida y fuente generadora de casi todos los factores que producen bienestar--, una de las fuentes más comúnmente generadoras de desgracias, desastres y ruinas humanas. Lo son tanto su carencia, como su abundancia, como su búsqueda; y parece percatarse de cuando lo perseguimos, porque huye de nosotros sin remedio. ¿O será que son los demás que se percatan, y te lo ponen bien difícil...?. No lo sé, exactamente pero, ¿quiere ganar mucho dinero?: Es tan sencillo como no decir nunca que le interesa el dinero. Hágalo todo haciendo que no lo hace por dinero. Así, el dinero se sentirá despreciado, y correrá a buscarnos...
    Pero, ¡ojo...!. Mucho cuidado. Ahora que ya sabe cómo hacer mucho dinero, ándese con tiento, porque ya he dicho antes que el dinero, a la vez que puede traer muchas ventajas, puede traer también desastres, sobre todo en el camino hacia su obtención.  
    Puede que usted no esté de acuerdo comigo en esto y pensará que hay muchas cosas que "el dinero no puede comprar". Especialmente, pensará así si el dinero no resulta un problema para usted, porque tiene suficiente, o se arregla con el que tiene; o se conforma con hacer lo que pueda con él, y no se pone a soñar o a pretender cosas que están más allá de sus posibilidades. No sabe cuánto le aplaudo y le envidio. Me temo que los seres humanos no somos lo que queremos ser, ni hacemos nunca lo que deseamos, aunque lo creamos fehacientemente. Salvo algunas muy puntuales exepciones, por obra y gracia de las cuales no podemos entrar al selecto grupo los demás, que somos casi todos.
    Pero le decía que, si el dinero no es un problema para usted, nunca entenderá que sí hay muchas cosas en la vida que aparente,mente el dinero no puede comprar, pero que, cuando de pronto e inesperadamente comienza a escasear, nos damos cuenta que sí las conseguimos, --aún indirecatamente--, por nuestra posibilidad de brindar bienestar y apoyo a los demás. Cuando nos falta esa "virtud", todo comienza a cambiar, se nos comienza a criticar y a tildar de irresponsables, o de ineptos, o de pusilánimes, o simplemente vemos como nuestros seres queridos ya no están tan contentos y amantes con nosotros, o huyen a la desbandada de nuestra vera, o tejen planes y proyectos sutiles para "exsorcisarnos".
    Claro. Es como una pierna, o un brazo, o nuestras facultades para movernos. No sentimos la inmensa suerte que tenemos al poseer todos nuestros miembros y poder moverlos, hasta que perdemos uno, o su movilidad.  ¿Se imagina la vida sin piernas, --sin una sólamente--, o sin brazos, o paralítico...?. Estoy seguro que a partir de ese momento, ya no habrá nada que tenga el valor de aquello que antes de perder nos creíamos un atributo obvio e inherente a nuestra vida, atributos y vida de los que somos convencidos merecedores, no sé por qué extraña vanidad, siendo tan frágil nuestra especie.
    ¿ Se imagina entonces qué es el dinero o, más aún, los sueños e ilusiones que con él podríamos realizar nosotros mismos y a nuestros seres queridos o, simplemente, a un desconocido que nos dió la gana de sacarle del alma una sonrisa, porque nos apetecía; qué es, especialmente para alguien que nunca lo ha tenido...?.
    
    "... no hay nada más bello
     que lo que nunca he tenido.   
      Nada más amado
      que lo que perdí..."
      (J.M. Serrat.)
    


    No sé por qué extraña facultad del ser humano, en un mundo que cada vez más adora y convierte el dinero en centro de todo, hay una tendencia inexplicable y creciente por criticar y condenar a todo el que declara o deja ver que actuó o actúa movido por fines lucrativos, o por necesidades económicas--, más aún si se trata de una persona que nunca tuvo nada--, y una no menos creciente adoración y admiración por aquellos que, sobrándoles recursos para invertir en excentricidades y en excesos, nos lo restriegan a diario en nuestros rostros, en un alarde de "yo sí puedo, yo sí tengo. Conformarse vosotros con mirarme haciendo...".
     Se  produce, entonces, un mecanismo de rechazo hacia los que intentan hacer algo "distinto", pero sin suerte, o sin mucho ingenio porque, --el pobre--, sus recursos no le dan para más; mientras aplaudimos y apoyamos como locos enardecidos e incondicionales a los que la suerte les ha dado la posibilidad de realizar sus ambiciones de una manera más elaborada y sutil, sin que se les vean mucho las costuras. A estos vividores refinados y elaborados más sofisticadamente, les dedicamos nuestra atención, nuestros aplausos, nuestras risas y hasta nuestras lagrimitas, cuando los vemos o nos enteramos que están pasando, o han pasado por momentos "terribles" que, en muchos casos, (no digo que en todos), ya hubiera querido mi abuelita tener uno así en un día de fiesta. Y lo mejor es que les dedicamos nuestras horas de audiencia, --mezcladas, muchas veces, con otras "muestras" de admiración que nuestro dinerito nos cuesta--, y muchas de nuestras horas de vida, de sueño, o de haber estado superándonos en beneficio propio y de los nuestros. Mientras, a los que han tenido los mismos objetivos, o sueños, o aspiraciones; pero con menos recursos para disfrazarlos de carisma o de talento, los descalificamos y, no son pocos los que exclaman: ¡Fuera...!, ¡...a la puta calle...!, ¡si necesitaba dinero, que trabaje...!. Está clarísimo: que trabaje haciendo lo que ni de "coña" se atreverían a hacer nuestros idolatrados o morirían de flojera tan sólo de pensarlo. Que trabaje y coja el "pellizquito" que le pertenece, y le siga dejando el filón gordo a los que lo han tenido siempre, o a los que llegan a él con su "buena estrella", y  con suficientes elegancia y recursos para esconder el "moño" o el "plumero"... Está claro, también, que no todo es blanco o negro, y que sus matices hay en esta gama de "colorines" que, con sus rayos intensísimos y sus lúgubres sombras, nos encandilan, (o nos ciegan ya para siempre y sin remedio), más que nos ilustran. 

   Prolifera entonces, --por este mismo extraño e inexplicable mecanismo--, la tendencia a adorar ídolos ya establecidos y millonarios; a hacer lo que sea --incluso, en detrimento de nuestra frágil economía--por verlos, o por tener un autógrafo o algo suyos, cuando lo más posible sea que ellos ya no quieran que los adoren tanto. O que sí los adoren, pero comprando sus discos, sus libros, sus películas, asistiendo a sus conciertos, a sus actuaciones, o a sus partidos; tanto mejor mientras más lejos de su "privacidad". No entiendo muy bien por qué pasa esto, si ya se sabe que los más famosos y con mayor éxito no son siempre los mejores, ni los más auténticos, ni los más talentosos, (no he dicho "en todos", o "en ningún caso"; sólo he dicho que "no lo son siempre").

    Tampoco entiendo por qué nos enganchamos con entusiasmo, --y a veces, hasta con frenesí-- a las obras, seriales televisivos, películas, clips de vídeo, discos, conciertos (y también "des-conciertos"), libros, partidos, combates (y de todo lo demás que se nos “brinda”), difundidos generalmente, por los medios más conocidos y más prestigiosos, (léase también “los más poderosos”, casi una redundancia). Este “enganche” se produce, las más de las veces, en detrimento de nuestros bolsillos y de nuestro tiempo libre, ese tiempo nuestro de hacer cosas útiles, creativas y enriquecedoras, pero de todo eso “para nuestra vida, para nuestro proyecto y nuestras posibilidades de vida” y no para las que nos ponen como “gancho”, gancho del enganche que se produce más que nada en personas que están padeciendo de una falta de cosas para el alma y que, por lo mismo,  lo más probable sea que las cosas del “no alma”, -entiéndase dinero, trabajo, realización personal, relaciones, salud, -pero “salud” no solo de la más elemental y física-,  y todas esas demás “bicoquillas, no anden del todo bien en ellas. De ahí que, persiguiendo un momento de “felicidad” ficticia que nos da ese instante de “desconecte, de distanciamiento y alejamiento, (huida, catarsis, mutis por el forro, desbandada “a la desesperá, de distanciamiento de esta “otra realidad pura y dura”, de ese acto que llaman “catarsis” y que muchos sueñan, añoran o  persiguen como un estado que aspiran que se quede de manera permanente, es ahí donde nos están asaltando, atracando a mano armada porque sin la más mínima resistencia, sin el más mínimo instinto de “·conservación” ni de protección por lo que tanto nos ha costado conseguir, nos “aflojamos tós” y entregamos a mansalva y de manera inexplicablemente suelta, suave y generosa, derrochamos “la bolsa y la vida” como diría el Grande Sabina, y se las entregamos a esas grandes –y “gordas”-, compañías y personalidades que, con nuestra fidelidad y dadivosidad generosa para con ellas, se van haciendo cada vez más grandes y más gordas a costa nuestra y, a nosotros, nunca nos van a “rebotar” ni un duro siquiera, ni aún en premio a nuestra fidelidad y toda esa preferencia que les regalamos y nunca nos darán ni el más ínfimo premio compensatorio, a menos que nos toque la “suertaza” de ganar el premio de la llamada telefónica de al final del programa, pero ¡eso…!!

 Al final, esto  es lo que pasa: Nosotros un tanto más “flacos, pero “contentitos” por lo ilusionados que hemos estado de entrar en esas vidas. Ellos, mucho más gordos y muy, muy contentos.

   Mucho menos lo entiendo, si en tu barriada, en tu familia, o entre tus conocidos, hay alguien que cultiva un arte o un deporte, o cualquier otro "sueño loco", calificativo que se ganan gratuitamente las más caras aspiraciones de los que no triunfan. Él se empeña no tanto en destacar como en sacar de su tiempo libre para hacerlo cada vez mejor, y nosotros lo desdeñamos para seguir engrosando las sacas de los consagrados.

    Espero que habrá muchos que exclamen que intento descubrir "el agua tibia" o "asar la manteca", cuando se lea que digo que la mayoría de los que tienen la suerte de hacer muy bien algo y destacar, son los que han tenido la fortuna de acceder a las técnicas que, sólo un poco más difundidas y alcanzables que en otros tiempos, continúan siendo patrimonio de unos pocos que las puedan alcanzar, y siguen siendo terreno vedado --y, en muchos casos, desconocido--, para la gran mayoría de soñadores.

  En muchísimas ocasiones, el "talento" radica en los buenos profesores que se ha podido tener, en el tiempo y las facilidades que se le haya podido dedicar, o en los medios técnicos con que se cuente para llegar, --a veces, descolocados, incluso-- a la estocada final: tener la ocasión de demostrarlo, que salga bien, y quedarse.

    De ahí que, muchas veces, los "sabiondos" se lucen ante la figura del pobre soñador que, con las ganas sobradas, se atreve a probar suerte en algo que no ha tenido la oportunidad de preparar bien, ni de contrastar con los "que saben". Mucho menos tiene ni idea de cómo se hace a nivel profesional, ni sospecha que existe lo que para los "consagrados", es el "A B C" de lo que él intenta hacer. Pero nadie le ha dicho nada (tal vez no se lo digan nunca: él está ahí para probar y contrastar cuán "buenos" son los otros, los que "sí saben"), ni le han enseñado nada, ni le han dado la oportunidad de hacerlo mil veces, hasta que salga bien; ni de probar a ver qué tal, después de conocer la técnica correcta y entrenarla. Él ni lo sospecha: sólo sabe que hay algo dentro de sí que le dice que lo lleva en la sangre, que su alma y su cuerpo no le piden más que esto, que no puede ser posible que tanta vehemencia y tanta entrega no puedan llegar a develar ese talento que él siente que le dió el Altísimo. Y se lanza...

 Se lanza, y cae al vacío: 

 _ Descalificado --le dicen-- Usted no tiene nada. Muchas ganas (que eso es bueno), y entusiasmo, y entrega, y decisión, y aptitudes también. Pero con eso no basta: Le ha faltado el "fiatto" y, aunque no se pudo definir del todo bien, parece que no tiene usted ni idea del "rubatto". Ni qué decir del "conatto",el "purgatto", el "gatto" y ni siquiera el "patto"... Pero, ¡por un buen "ratto"...! Díganos, ¿a usted le da clases Tato...?. También nos ha parecido que se le ha escapado algún que otro "flatto"... ¿Se le va a usted la mano con el plato, cierto?. Usted...  ¿Usted es panadero, verdad?. Mire: La técnica del “distanssamenntto”no le ha salido del todo mal, aunque se ve que ni la conoce. Cierto es que no podríamos decir lo mismo del “raleanttanddo ni del “alejjanddo”, del “Goffiando”ni aún del “Regheattoneannddo”que se nota que las tiene usted bien aprendidas, -aunque no muy bien “aprehendidas”-, mas, aún siendo así, pues no le salen del todo bien… Ni mal…  Que, vamos, que no… ¡No salen..!! Y la monda, -o sea, el colofón-, no me ha hecho usted un buen trabajo de las Piragodas Dialbaputadas. Además, ahora que lo veo, la contrapelusa la tiene oxidada. Vuelva usted en cinco años que ya… ¡A ver qué pasa..! (y PUNTO).

    Aunque a veces el "descalificado" puede tener suerte en otro sitio y hasta llegar lejos, no es la tónica. El del ejemplo anterior sí lo logró, llenando de envidia e impotencia a sus iniciales verdugos descalificadores: Se trataba nada menos que de Lussiano Pavarotti, el hijo del panadero de Módena.

    Otros “juradoadictos” se limitan a decir por lo bajini al “especialista”que les queda más cerca suyo:

 “¡Mira a éste! ¡Qué ridículo! ¡Qué mañl que lo hace..!! ¿Se creerá que lo hace bien, el pobre?! ¡Hay que ver que hay cada gente!”

Para, acto seguido, espetarle al desdichado:

“Ejem… Siguiente…” (Y punto.)

    El aspirante ha caído desmayado sobre el suelo por el esfuerzo y la entrega que le ha puesto a lo suyo, y éste tío se limita a decir “SIGUEINTEEE…!!, mientras, los paramédicos sacan en camilla al ex- concursante y, exánime, se lo llevan fuera...           (Y otro punto).

    Este.. ¿ Que les decía...?. ¡ Ah, si...!. Ya: que las cosas se complican incalculable y endemoniadamente, cuando cuelgas los sueños y las ilusiones, para salir a buscar dinero. Si en el camino de búsqueda de lo primero te encontraste con que había, asombrosamente, millones de cazadores de sueños como tú, --más o menos declarados o convencidos--, ahora en este verás billones a por lo mismo, con mucha más experiencia, y cualidades, y resultados que tú que, por demás, estás ahí sin vocación, y no eres del oficio.

     Y, curiosamente, en ese camino te encuentras a un montón de gente que ya habías visto antes en el otro.





No hay comentarios:

Publicar un comentario